En la breve incursión que hice en las páginas del Diario Mercantil, para el trabajo «La conjura de Orfeo. Música en tiempos de guerra (1808-1814)», se constata que siguen
representándose comedias de gusto barroco, como El hechizado por fuerza, seguidos de música y sainete, y que esta afición al teatro barroco se mantiene a lo largo del año, aunque en ocasiones, como indicaré a continuación, suben a escena algunas tragedias de nuevo cuño, caso de las debidas a Manuel José Quintana y Martínez de la Rosa, principalmente.
El 5
de enero hay doble función: en primer lugar, la comedia El pintor fingido, seguida de baile, danza asiática y sainete y, en
segunda función, El hechizado por fuerza,
seguida de tonadilla, seguidilla y sainetes; el 10 de enero El mejor alcalde el Rey, tonadilla,
baile inglés y sainete; el 12 de enero función doble Las vísperas sicilianas, tonadilla, bailes y tragedia burlesca y,
segunda función, La esposa amable,
bailes y sainete.
La cartelera incluye también, a veces, tragedias de nuevo cuño como El duque de Viseo de Quintana, pero, igualmente,
seguidas de música y sainete (22-1-1812). La función se repite hasta el día 26
en que hay función doble, la primera con la misma tragedia, tonadilla y sainete
y la 2ª función con El fruto de un mal
consejo contra el mismo que lo da, o sea, el prisionero de guerra, música y
sainete. El 23 de febrero se anuncia la representación de El arca de Noé, con intermedio de música,
y una danza asiática como broche final. La del 4 de marzo, El juicio de Salomón, seguido de música y baile. Del 16 al 18 del
mismo mes, el oratorio sacro (en 3 actos) El
pródigo y rico avariento, seguido de música y baile.
A partir del 31 se vuelve a la fórmula de comedia o tragedia, seguidos de
música y sainete. El 6 de abril 1812 se representa Cristóbal Colón comedia,
un dúo de ópera, boleras y sainete. El 12 de julio le toca el turno a La dama sutil, seguida de música y baile. Incluso
el 14 de julio, en que se anuncia el traslado de unas clases «de primera educación a la
calle Hércules por el bombeo»,
se representa curiosamente El Esplín, con intermedio
de música y sainete. Al día siguiente se pone en escena El hombre convencido a la razón o la mujer prudente, seguido de
baile asiático y sainete. Así pues, la fama de que la diversión no la interrumpían
las bombas queda demostrada. En 1814 los teatros
madrileños pondrán de moda las sinfonías orientales.
Una sinfonía de Haydn, seguida de la tragedia La viuda de Padilla, un dúo de ópera, boleras y sainete es una
combinación que se repite del 21 al 23 de octubre de 1812. Otra sinfonía sin
identificar, seguida de La dama labradora
en dos actos, boleras, un cuarteto, la guaracha, y sainete son las obras
seleccionadas para componer una función con «iluminación», cuyo producto se
destinará íntegramente al ejército el 30 de octubre.
A este repaso sobre la escena de 1812, aún queda por aportar la utilización de la música en las ceremonias de legitimización del nuevo poder y la presencia de la música en las reuniones privadas, que dejaremos para la próxima ocasión.
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