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miércoles, 4 de marzo de 2015

Doceañismo y Educación patrimonial de ciudadanos (I)

         Cuando en España se ha proscrito la educación para la ciudadanía y se ha constreñido hasta casi su desaparición la de ética, en países como México se investigan nuevos caminos para ensanchar la educación cívica. Es lo que hace Valentina Cantón en su artículo «La educación patrimonial como estrategia de formación ciudadana», publicado en 2009.
        Me encontré con este trabajo cuando preparaba mis clases sobre literatura española y gestión cultural, donde abordo —entre otros asuntos— la cuestión del patrimonio y la legislación que, en España y en Andalucía, procura su protección, potenciación y difusión. En este último pilar, el de la difusión y, particularmente en relación a su conexión con la necesaria valoración ciudadana, que recoge la Ley 16/1985, del Patrimonio histórico español, en su «Preámbulo», es donde se debe sustentar la educación y sensibilización ciudadana en materia patrimonial:

«El Patrimonio Histórico Español es una riqueza colectiva que contiene las expresiones más dignas de aprecio en la aportación histórica de los españoles a la cultura universal. Su valor lo proporciona la estima que, como elemento de identidad cultural, merece a la sensibilidad de los ciudadanos. Porque los bienes que lo integran se han convertido en patrimoniales debido exclusivamente a la acción social que cumplen, directamente derivada del aprecio con que los mismos ciudadanos los han ido revalorizando» (p. 18).

          Después —y de manera similar— recoge este concepto la exposición de motivos de la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía, que añade a la idea anterior, la importancia de la identidad colectiva:

«El Patrimonio Histórico constituye la expresión relevante de la identidad del pueblo andaluz, testimonio de la trayectoria histórica de Andalucía y manifestación de la riqueza y diversidad cultural que nos caracteriza en el presente. El sentimiento de aprecio hacia este Patrimonio ha de constituir uno de los pilares básicos para el fortalecimiento de esta identidad colectiva, impulsando el desarrollo de un espíritu de ciudadanía respetuoso con un entorno cultural garante de una mejor calidad de vida [...]».

Monumento a la Constitución de 1812. Fuente UCA.
          En una ciudad como Cádiz, que hace gala de sus tres mil años de historia,  y que acaba de celebrar el bicentenario de la Constitución doceañista, que ha llevado aparejada la Declaración de «Sitio Histórico de la Constitución de 1812», como reconocimiento del legado patrimonial de los lugares vinculados a las Cortes y la Constitución de 1812 en Cádiz, San Fernando y la Bahía, es más que necesaria esta sensibilización y educación patrimonial. 
           La herencia material y simbólica de la conquista de las libertades por los doceañistas españoles está integrada por más de 3.000 bienes inmuebles, muebles y documentales, que quedan inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, y asegurada su protección como «Bien de Interés Cultural» [B.I.C ]; pero, de nada sirve su preservación, si no va acompañada de medidas que estimulen su aprecio y revalorización por los que hoy queremos ser herederos de los liberales doceañistas. Ellos y esta ciudad —esta bahía—, reducto que fue de la España libre, lo merecen. ¿Qué se ha hecho a este respecto? Hablaré de esto en la próxima entrada.
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